Cuando tenía 3 años me fuí con mi familia, a vivir a Bariloche.
Mi mamá tenía un negocio en el barrio, y era muy común que todos los hijos de los vecinos nos juntaramos en la plaza. Recuerdo que cosechamos frutos silvestres, construíamos casas en los arboles o «chozas» (cómo le deciamos nosotros) y también recuerdo… (lo que nos lleva a esta historia), conocí a Mauro.
Mauro, era el hijo de Mirta, una clienta de mi mamá. En el barrio se conocían todas las madres, se podrán imaginar!
Era esa infancia libre, en que íbamos casa por casa golpeando las puertas e invitando a los chicos a jugar. La hora de volver era cuando «bajaba el sol».
Mauro, era mi “noviecito”. No recuerdo mucho, pero por los cuentos de mis papás, se que nos dimos un “primer beso en el trencito” de la plaza.
En esa plaza, me propuso casamiento.
Con la ingenuidad que caracteriza a los chicos, me acuerdo llegar corriendo a casa y decirle a mamá, muy convencida: «Me voy a casar!»
En “ese” momento ser Susanita, era todo lo que esta bien!!!
El evento iba a ocurrir en la tan visitada plaza.
Invitamos a todos nuestros amigos del barrio.
Organizamos un festejo, con torta y chocolate.
Mi tía, que estaba de visita, me peinó e inventamos un vestido blanco.
Todo estaba listo!
No me casé, lo dejé plantado en el altar 🤣😂.
Los hechos, y mis anécdotas confirman mi problema con los compromisos a largo plazo (hasta hoy jaja)
No volvimos a jugar en la plaza, tiempo después se mudó con su familia a Neuquén y nunca más lo vi.
(Después las serendipias de la vida, hizo que me lo cruzara cuando teníamos 18 años. Yo no lo reconocí, pero él se acordaba perfectamente de esta historia, me la recordó!).
Hoy vive en Perú con su actual mujer e hija.
Es músico y dicen los rumores… que muy bueno!
Mis papás siguen viviendo en el mismo barrio, y ahora en esa plaza es donde juegan mis hijos, y los hijos de mis amigas. La plaza sigue exactamente igual…así que podes hacer el flashback de tardes de juego.
Cómo era tu infancia? que recordás?