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SOY MAMÁ. TE TENGO EN BRAZOS!

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Eran las 7 am del 1 de Diciembre de 2018. Viernes feriado.

Con el test de embarazo en mano hice lo que decia el prospecto.
No tuve que esperar ni 5 minutos para la que dos rayitas aparecieran.
Miré el palito, miré lo que significa (aunque ya sabía que 2 rallitas era positivo, pero tenía que validarlo).
Me miré al espejo como tratando de identificarme a mi…estando embarazada.
Estaba embarazada.
Salí del baño, me volví a acostar, abracé a mi pareja y le dije:
– «Salió positivo, pero está roto, más tarde compras otro»…
y así fue… compró otro que dió positivo. Le dije:
– «Hay que hacer otro»
y así fue…compró otro…
Adivina el resultado?
Fue por cuarta vez a la farmacia…esta vez, para comprar ácido fólico.

Así arrancó esta aventura, el lunes pudimos ir al laboratorio a hacernos el estudio de sangre y efectivame estabamos de 8 semanas.

Con Vicco me convertí en Mamá por primera vez, mamá primeriza como le dicen.
El embarazo fue todo diferente a como te dicen que suele ser.
No tuve naúseas, no tuve vómitos, no tuve antojos.
No engordé de forma exagerada.. sólo tenía mucho sueño!!
Todo fue viento en popa. Me lo tomé con mucha tranquilidad. Acariciando la panza cada vez que podía.
Las lolas fueron creciendo al compas de la panza, y nosotros como pareja y futuros padres.

Cada embarazo es único, así que cada mujer tiene que vivir y disfrutar de su propia experiencia.


Los controles prenatales y ecografías daban todos bien, y así semana a semana crecía nuestro «poroto».
La primera y única preocupación la tuvimos cuando en el segundo control de Toxoplasmosis nos dio positivo.
Al chequear los resultados, nos dimos cuenta que no nos habían hecho el control en el primer trimestre, así que no podíamos tener certeza la fecha en que me había contagiado, tampoco teníamos certeza de cómo le podía afectar a Victoria.

En estos casos no deberías leer google, ni nada de esas cosas, pero claramente hicimos todo lo contrario.
Los escenarios eran preocupantes, pero yo confiaba.
Las ecografías habían salido bien y yo me sentía muy bien.
Todos buscaban culpables a esa falta de información: si fue negligencia del obstétra, del laboratorio, nuestra por no corroborar… a mi no me importaba el culpable en ese momento, eso no resolvia nada.
A mi me importaba hacer lo que estuviera a mi alcance para apaciguar el golpe.

Nos mandaron a hacer un test de avidez, y un control con un infectólogo, con el que empezamos un tratamiento preventivo. Consistia en un cocktail eterno de medicación hasta el nacimiento de la gorda.
Pastillas por la mañana, por la tarde, por la noche, antes de dormir y al despertarte… eran como 20 pastillas diarias, no exagero!!!! Mi hígado no podía más y la retención de liquidos era terrible.
Me sentía culpable por no «haberme cuidado lo suficinte» y me reconformataba saber que tomar las pastillas en tiempo y forma era lo que yo podía hacer para cuidar a mi bebé.

El día de su nacimiento, cesárea programada semana 38 a las 12 en el Mater Dei de Palermo.
Estabamos en la sala de espera del piso de maternidad junto a mis padres, también abuelos primerizos!!!
La partera se presentó. Nos contó el procedimiento y les indicó que en 1 hora máximo la operación terminaría… la cosa es que no habían habitaciones disponibles así que después de la cesárea nos tuvieron 3 hs en el pasillo… y nadie le aviso a mis padres que todo había salido bien!!! Se pueden imaginar los nervios que pasaron!!

Me acuerdo saludar a mi mamá en el lobby e ir al vestuario, me despedí de ella como si fuera al kiosko. Con esa tranquilidad como cuando vas a comprar un chocolate…pero estaba llendo a dar a luz.
Me acuerdo entrar al quirófano sola. Todo estaba blanco, pulcro, brillozo. El grupo de médicos preparando todo, me recibe mi obstetra y me explica cómo seguir.
Me acosté en la camilla y me empezaron a tomar la presión, a dar la epidural, medir la presión, etc…
Ricky aún no entraba…en ese momento no podía pensar mucho.
Me empecé a sentir mareada, pánico de sentirme atada, vulnerable, son esos momentos en los que no tengo el control de las cosas y me empiezo a sentir asfixiada.
En ese momento entró Ricky, una cara conocida, me dio la mano y esperamos juntos.
Pasaron 15 minutos, cuando bajaron el telón y pudímos ver a Vicco salir de la panza, todavía conectada a través del cordón. Empezó a llorar, así que como en las peliculas, sabía que estaba todo bien.
«Felicitaciones Mami».

Ese día conocí el primer amor de mi vida.


Me acuerdo estar en la habitación, acostada en mi cama, mirando la cuna, mirando a Victoria y pensando «pesar que ella estaba dentro mio hace menos de 2 hs» y es así… un ser humano se forma en tu panza, con vos!
Ahí tomé dimensión de la magia de ser mamá, de ser mujer, de poder dar vida.

Vicco nació bien, sin secuelas de nada. Agradecida a la vida que ella estaba perfecta y no había secuela alguna! Quedo todo en una anécdota más.

Nunca me voy a olvidar los controles que le hicieron en el mismo día de su nacimiento. Me acuerdo cuando le hicieron el control de funcionamiento cerebral (perdón mi falta de tecnicismo médico). Me acuerdo que le pusieron unos paratos para mantener sus diminutos ojos abiertos.

Tiempo después vendría Oliver a nuestras vidas, pero eso me lo guardo para otro capítulo.
Contame como fue tu experiencia cómo mamá?

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